Toda nuestra filosofía en cada botella
Desde que nos embarcamos en este proyecto que se llama Aleph Winery, apostamos por elaborar un vino diferente, que no se parezca a ningún otro. Con carácter. Elegante y potente a la vez. Defendemos un estilo único, buscando remarcar la personalidad de nuestros vinos como seña de identidad.
Toda nuestra filosofía en cada botella
Desde que nos embarcamos en este proyecto que se llama Aleph Winery, apostamos por elaborar un vino diferente, que no se parezca a ningún otro. Con carácter. Elegante y potente a la vez. Defendemos un estilo único, buscando remarcar la personalidad de nuestros vinos como seña de identidad.
Con las raíces bien puestas en nuestra tierra
La uva de Aleph procede de viejos viñedos familiares de pequeñas parcelas del entorno de la bodega, de entre 0,5 y 2 Ha, en el corazón de la pequeña aldea de Serradiel, dentro del término municipal de Casas-Ibáñez (Albacete). Estos suelos poseen calizas activas que permiten crear vinos de guarda, que a veces se hacen esperar, pero que con el tiempo despliegan su enorme complejidad en un conjunto elegante y armónico.
Bodega pequeña, vinos grandes
Nuestra pequeña bodega artesanal está concebida para procesar los reducidos volúmenes de cada parcela. Cuenta con tanques de acero inoxidable termorregulados, cámara de frío y una diversidad de barricas procedentes de diversos bosques y toneleros franceses especialmente seleccionadas para obtener las complejidades aromáticas y texturas equilibradas de nuestros vinos.
De estos detalles esos matices
Apostamos por el manejo de los viñedos para obtener bajos rendimientos que nos permitan concentrarnos en cada cepa, en cada uva y en cada botella. Los mimamos durante todo el año y, en el momento de la vendimia, realizamos una rigurosa selección de los racimos.
Aleph, placer infinito
Aleph es el nombre de la primera letra de alfabetos como el protocananeo, el hebreo, el arábico o el persa. El símbolo que la identifica ‘ℵ’ fue elegido por Georg Cantor, uno de los matemáticos más geniales, enigmáticos y atormentados, para representar los diferentes infinitos que contempla su teoría. Con ese mismo significado, el gran Borges lo usó en la creación de su famoso cuento ‘El Aleph’.